Past Tense

Así sucedió esa noche, donde caminaba todos los días, no era una rutina, era un placer, un simple remordimiento monetario, asegurarme de ello era mi fuerte y siempre lo fue. Un estruendoso placer.
Manifestarse de esa manera fue un nivel superior y ahora es lo más liviano que pudiera existir en el ser, pero qué maravillosa, cuán magnífica era esa sabiduría.
Pudiera mencionar cuantas palabras altisonantes se me ocurrieran y diría comúnmente en la mente, todos me desconocerían. Es imposible.
Esas noches que pasaba ahí arriba, alucinando o fumando, secuestrándome, hablando hasta sudar, cansarme hasta marear, nervios incontrolables y sonidos retumbando; eso era lo maravilloso, una libertad trastocada, una sin sentido y sin vida.
Aún recuerdo ese sentimiento, acaso pudiera volver a él, quisiera tomarlo y darle vueltas para exprimirlo, arrebatármelo y tirarlo. Al fin y al cabo acciones adolescentes. Al fin y al cabo, un alejamiento siempre anhelado. Él y sus líneas imbricadas.
Este problema llega a lucrar con el alma, sentenciar la agonía y fumigar el placer. Recuerdo las pasiones, las ilusiones y ninguna de ellas envueltas en seda, más bien escurridizas y escupidas como un simple chicle.
Noches sin casa, noches en jardines, días de cátedras, tardes de espera, tardes tecnológicas. Una más, una menos, qué más daba, noches y días de llamadas a larga distancia, omitamos. Viajes en caleidoscopio y brillantes amaneceres, una predisposición. Desnudez total. ¿Por qué tal aceptabilidad? Desdeñada soledad, majestuosa suciedad, quiero verte en un prefijo.
La armonía se derrota en miles de esferas cristalinas, flores vidriosas y estupefactas. Una libertina sensación acabada por derrocar la estabilidad, la pereza y un simple movimiento de cabeza, acaba con lo fugaz de la dependencia totalitaria, con una que nunca se quisiera dejar, familia.
Sí, he querido volver, volver a ser la misma, regresar a una flor viva, en un campo verdoso, tupido, donde pisadas no asustan a una insensible y orgullosa vulgaris; acabose por escudriñar un tigre, pero ni importan las flores en él.
Pretenciosa sociedad, una más acaba por aclarar, una imagen de luz fortuita.
Sueños simplemente negros, morados, rapaces.
Entradas alumbradas aún esperando, combinadas y mejoradas, he buscado alternativas, sin un fin, sin establecer, sin pedir y sin fruncir, sin esperar.
Inocuas aliteraciones, pasados truncados, una nueva vida, una vida atada.
Siempre comienza en queso y se termina en vino, aun si lo conjugásemos.









Cuando hubo aquello.